Los efectos de la pandemia de la COVID‑19 se han debatido ampliamente y en profundidad, y las medidas de confinamiento y las restricciones impuestas a los desplazamientos y el comercio están ejerciendo un impacto muy grave sobre la economía global. Por consiguiente, es esencial que el sector de los seguros investigue estos cambios en la economía en cuanto a su impacto sobre la morbilidad y la mortalidad. En este blog, destacamos algunas de las conclusiones más importantes en este sentido.
En general, los cambios en una economía ejercen dos tipos de efectos sobre la salud y la mortalidad:
- Procíclicos - las tasas de morbilidad y mortalidad se reducen con un declive económico
- Contracíclicos - las tasas de morbilidad y mortalidad se incrementan con un declive económico
Ambos efectos se observan a menudo durante una recesión económica, y el equilibrio entre ellos influye sobre la experiencia general de la morbilidad y la mortalidad.
Efectos procíclicos
Un estudio que utilizó datos de la Gran Depresión en Estados Unidos reveló que la mortalidad se redujo durante este período y que la esperanza de vida aumentó para todos los grupos de edad (excepto para las edades más avanzadas), género y raza. Concretamente, la mortalidad infantil y la mortalidad por tuberculosis disminuyeron salvo en zonas con una tasa extraordinariamente alta de desempleo, en las que la malnutrición aumentó por regla general. Esto demuestra que los efectos procíclicos predominaron durante este período de estudio.1
Hay algunos argumentos que explican este efecto aparentemente llamativo, a saber:
- Las épocas de expansión económica han estado vinculadas a un incremento en el consumo de tabaco y alcohol, una reducción del sueño, un mayor estrés laboral y un trabajo más rápido y extenuante.
- La mortalidad como resultado de las lesiones por accidentes de tráfico e industriales está claramente relacionada con épocas de expansión económica.
- Unos niveles más altos de actividad económica pueden provocar una mayor contaminación atmosférica que, como se ha demostrado, influye negativamente sobre la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
- Se sabe que factores como el mayor aislamiento social, la falta de asistencia doméstica y la reducción del apoyo social están vinculadas al aumento del empleo, la presión laboral y un nivel más alto de migración por motivos de trabajo.2
Otros ejemplos de efectos procíclicos incluyen la mejor capacidad de afrontar los riesgos para la seguridad en el puesto laboral cuando se reduce el ritmo de trabajo, además de niveles más bajos de estrés y más tiempo libre para hacer ejercicio. Estas afirmaciones se sustentan en estudios que demuestran que la mortalidad por enfermedades cardiovasculares se incrementa cuando bajan los niveles de desempleo. El argumento es que pasar más tiempo en casa permite disponer de más tiempo para actividades que fomentan la salud y reduce el consumo de cigarrillos y comida obesogénica. Además, el tiempo adicional que se pasa en el trabajo puede reducir la detección temprana de enfermedades cardiovasculares que podría derivar en procedimientos que salvan vidas. Sin embargo, la investigación sobre el efecto de la economía y el desempleo sobre las enfermedades cardiovasculares sigue siendo conflictiva y, como tal, no se puede extraer aún ninguna conclusión definitiva.3
Si nos fijamos en el abuso del alcohol y los estupefacientes, la investigación procíclica supone que dicho abuso se reduce con el desempleo a corto plazo, fundamentalmente a consecuencia del menor nivel de ingresos o el intento de evitar conductas antisociales que hacen que los empleados sean más propensos a un despido. Aunque hay estudios que revelan que la violencia doméstica aumenta durante los períodos de desempleo, los estudios procíclicos también demuestran que los individuos que conservan su trabajo durante períodos de incremento del desempleo son menos propensos a la violencia.4
La mejora en las tasas de mortalidad durante la Gran Depresión se atribuyó principalmente a la reducción en los accidentes de tráfico y las enfermedades hepáticas y cardiovasculares. No obstante, es importante señalar que el vínculo entre mortalidad y declive económico durante la Gran Depresión estaba basado en los datos de población entre 1920 y 1940 en Estados Unidos, un país con un alto nivel de ingresos.5
Se ha observado un ejemplo más reciente de efecto procíclico al comparar las tasas de mortalidad y desempleo en Estados Unidos durante la crisis financiera de 2008‑2010.6
Efectos contracíclicos
Entre los efectos contracíclicos se incluyen ejemplos en los que las economías en declive han derivado en una mayor incidencia de trabajo estresante y problemas financieros. A su vez, esto aumenta la probabilidad de experimentar otros factores de estrés no vinculados directamente a la economía, p. ej. el estrés ocasionado por problemas conyugales.7
Además, las economías en contracción han ejercido los siguientes efectos sobre la morbilidad y la mortalidad:
- Los pacientes pueden decidir no recurrir a atención médica, unido al hecho de que los médicos están menos preparados para diagnosticar enfermedades sin una consulta.8
- Los individuos que experimentan una pérdida involuntaria del empleo son entre un 15 % y un 30 % más propensos a sufrir síntomas de ansiedad y depresión que los que experimentan una estabilidad laboral.9
- Llama la atención el hecho de que esto no se traduzca en tasas más altas de depresión y ansiedad con diagnóstico clínico.
- El incremento del número de personas que pierden su empleo ha derivado en un mayor número de suicidios e intentos de suicidio.
- Las transiciones hacia un empleo temporal o inseguro y la pérdida de nivel adquisitivo –así como la inseguridad laboral percibida– también han incrementado los síntomas de ansiedad y depresión, si bien lo han hecho en menor medida que las pérdidas de empleo.10
El desempleo, y específicamente el desempleo de larga duración, también está vinculado a un incremento en el uso y el abuso de sustancias estupefacientes. Algunos estudios han consignado el doble de ingesta de alcohol en general y una tasa de alcoholismo masculino hasta cuatro veces más alta. Cabe señalar que, a pesar de que el abuso del alcohol se redujo durante períodos de desempleo a corto plazo, algunos estudios observan un consumo adicional de alcohol durante los períodos de desempleo de larga duración. Naturalmente, las personas con un historial de abuso de estupefacientes son más vulnerables en este sentido. También existe un vínculo muy acentuado entre el incremento en el abuso de estupefacientes y el suicidio, lo que agrava aún más el efecto del declive económico.11
Experiencia para las clases socioeconómicas más bajas
Los efectos procíclicos han sido menos evidentes en las últimas dos décadas, mientras que los efectos contracíclicos se han observado en poblaciones con un nivel de ingresos medio y bajo. Esto puede ser el resultado de unos sistemas de protección social más débiles y una mayor presencia de empleo informal en estos países. Según un estudio sobre la recesión de 2012‑2016 en Brasil, predominaron los efectos contracíclicos.12 En general, el estudio brasileño observó un incremento relativo medio del 1,4 % en la tasa de mortalidad de los adultos por cada punto porcentual de aumento del desempleo. El incremento en la mortalidad se atribuyó principalmente a cánceres, enfermedades cardiovasculares, enfermedades digestivas y suicidios. Es importante señalar que el estudio brasileño reveló incrementos de la mortalidad más altos entre los grupos con un nivel de ingresos más bajo. Como resultado, la recesión investigada también pudo haber contribuido a agrandar aún más las desigualdades económicas y sanitarias ya existentes, que pueden haber agravado el impacto sobre la mortalidad.
Además de este estudio, otro trabajo que analizó las dos recesiones en Colombia en los últimos 40 años reveló que el impacto de la economía sobre la mortalidad fue acíclico (es decir, sin relación) o contracíclico específicamente para el grupo de los hombres en edad de trabajar. Otro estudio que utiliza datos de México revela cómo el efecto del declive económico ejerce un impacto diferente sobre la mortalidad a lo largo de los diferentes niveles de desarrollo económico dentro de un mismo país. Aunque el impacto general sobre la mortalidad reveló un efecto procíclico, el estudio dejó claro que las poblaciones con un menor nivel de desarrollo experimentaron una mortalidad contracíclica.13
Conclusión
La pandemia de la COVID‑19 está provocando un incremento de la mortalidad. Los impactos económicos relacionados también pueden influir sobre el nivel general de mortalidad y morbilidad a medio y largo plazo. Aunque es útil observar estudios históricos, debemos reconocer que estamos haciendo frente a tiempos sin precedentes. El declive económico global se está combinando con un cambio completo en los entornos sociales y laborales. El incremento del teletrabajo y el aislamiento social, unidos al declive económico, pueden ejercer un impacto sobre nuestra salud y, en definitiva, sobre nuestra mortalidad de formas muy diferentes dependiendo del sector en el que trabajamos y el país en el que vivimos.
Notas finales
- Granados, J.A.T. and Roux, A.V.D. (2009) Life and death during the Great Depression, Proceedings of the National Academy of Sciences, 106(41), págs. 17290‑17295. doi: 10.1073/pnas.0904491106.
- Catalano, R. et al. (2011) The Health Effects of Economic Decline, Annual Review of Public Health, 32(1), págs. 431‑450. doi: 10.1146/annurev-publhealth-031210-101146.
- Ibid., en la nota 2.
- Ibid.
- Ibid. en la nota 1.
- Peeples, L. (2019) How the next recession could save lives, Nature, 565(7740), págs. 412‑415. doi: 10.1038/d41586-019-00210-0.
- Ibid, an la nota 2.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
- Ibid.
- Hone, T. et al. (2019) Effect of economic recession and impact of health and social protection expenditures on adult mortality: a longitudinal analysis of 5565 Brazilian municipalities, The Lancet Global Health, 7(11), págs. e1575‑e1583. doi: 10.1016/S2214-109X(19)30409-7.
- Smith, A. et al. (2020) The economy-linked impact of COVID‑19 on mortality and health: Early learnings for South Africa’s coronavirus-linked recession. doi: 10.13140/RG.2.2.20284.67205.